Y sin venir a cuento se produce ese maravilloso momento en el que se cruzan nuestras miradas. Miradas llenas de complicidad, ternura, miradas interminables y que acaban con una sonrisa en nuestros labios. Son nuestras miradas amor, las que consiguen que nos compenetremos, las que nos explican como nos sentimos, las que nos muestran lo que nos amamos. Que sería yo sin tu mirada amor, no sería nada...
Pero también hay miradas maravillosas en mi vida, miradas de ojos pequeñitos, miradas inocentes, llenas de luz y de vida. Miradas que me emocionan, me tranquilizan, miradas que me inundan de sentimientos, los que nos sentimos hijos míos, los que nos regalamos...
Paseando por la calle también me encuentro con miradas, muchas miradas y todas diferentes. A veces me inunda la vergüenza y aparto mi mirada, otras veces siento amabilidad y sigo la mirada con una sonrisa en mis labios, ha habido veces que he sentido miedo y he seguido la mirada firme y seria para no parecer débil...
Miradas nos cruzaremos miles, millones a lo largo del día, yo me quedo con las que me llenan, las que me aportan, las que me emocionan...